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El liderazgo y su impacto empresarial

Por 20 septiembre, 2019diciembre 9th, 2020No Comments

De liderazgo se ha escrito muchísimo. El principal problema es que aterrizar en la empresa y en las personas que tienen que ejercerlo, toda esa ingente cantidad de información es, prácticamente, imposible.

En la mayoría de las ocasiones, encontramos muchos profesionales con diferentes responsabilidades jerárquicas que tienen un amplio conocimiento acumulado y, también, un importante problema para conseguir aplicarlo.

Desde el punto de vista de nuestra firma, el liderazgo pertenece a lo que denominamos como “heavy skill”, lo que significa que es una habilidad compleja. Y este es su principal problema. Las habilidades complejas están formadas por combinaciones de las denominas “soft skills”o habilidades blandas. Y estas, dentro de la propia habilidad de liderar, deben de estar en constante interacción para que el liderazgo pueda ocurrir.

Este es el motivo del porqué de la dificultad de utilizar el liderazgo con éxito y de la cantidad de información escrita sobre cómo hacerlo. Lo que suele ocurrir, es que se priorizan unas habilidades blandas sobre otras y, a partir de ellas, se van creando modelos y estilos de liderazgo diferentes. Cuando, en realidad, no hay una única forma de liderar, ni si quiera intercambiando modelos. Es decir, no existe una combinación de habilidades blandas ideal que nos permita liderar con éxito. Están siempre en continúa combinación y establecer un modelo de liderazgo es una tarea infinita, porque esta llena de posibilidades.

Además, las habilidades blandas que se combinan para ejercer el liderazgo tienen que relacionarse, íntimamente, con el entorno donde se quiere liderar. La situación, el momento o las condiciones de ese entorno, alteran la combinación de habilidades blandas y, con ello, dificultan la forma de utilizar un liderazgo eficaz en cada momento.

Pero aún hay más. Si ya es una habilidad compleja y muy ligada al entorno, además, no se puede ejercer. Se puede utilizar, pero no se puede ejercer. Esto es así, porque el liderazgo es la única habilidad compleja que sirve para guiar, no para provocar directamente un resultado.

Tomemos como ejemplo algunas habilidades que también denominamos en nuestra firma como complejas. La cohesión de equipo, por ejemplo, se trabaja para generar una unión del grupo de cara a conseguir un objetivo. La coordinación se establece para ordenar los procesos que son necesarios realizar para conseguir una meta. En la toma de decisiones se realiza un análisis del entorno y de sus condiciones para definir la mejor forma de actuar. Todas ellas se ejecutan con un fin, perseguir un resultado directo.

El liderazgo, no. El liderazgo busca guiar a los profesionales, pero esa guía es un apoyo. Es una forma de facilitar el trabajo de quienes están actuando en un entorno y en una situación determinada. Y esa guía cambia constantemente mientras se está utilizando, porque los profesionales que están en ese momento funcionando, van demando diferentes necesidades según el rendimiento y el resultado que se está obteniendo, y los cambios de situación que se suceden.

Cuando ejecutamos el liderazgo para generar un resultado, además de soportar un excesivo desgaste como líderes, perdemos la información sensible que marca la diferencia y que solo la tiene el equipo. Por eso, el liderazgo es un medio para relacionarnos de forma eficaz y eficiente con nuestro equipo, que es quién tiene los detalles claves para conseguir una ejecución exitosa.

Javier de Miguel

Y es aquí, donde desde nuestra firma MindCompanySport nos planteamos escribir un libro en el cual, utilizando un modelo de éxito referente en la alta competición deportiva, pudiéramos trasladar al mundo de la empresa comportamientos que facilitarán utilizar un liderazgo de éxito. Ese modelo, lo encontramos en la persona del exseleccionador nacional de baloncesto Javier Imbroda.

Del trabajo con Javier y los socios de la firma, salieron una serie de habilidades para las cuales entendíamos sería relevante describir comportamientos que, siendo propios de la alta competición deportiva, son también muy recurrentes dentro del entorno profesional. Estos acabarían conformando la estructura de nuestro libro “Entrenar para dirigir”.

La primera habilidad que decidimos abordar en el libro fue la comunicación. Ser preciso, sencillo, claro y coherente. Es la base de la comunicación en el alto rendimiento deportivo. Y, más aún, cuando las situaciones que rodean esa comunicación son de máxima tensión. Ahí, es donde junto a lo anterior, tiene un papel clave el control de la impulsividad a la hora de transmitir mensajes y la utilización del feedback para reforzar y obtener información de los equipos.

Tras ella, nos centramos en la coordinación. En la alta competición, sin sistema de trabajo definido y con indicadores que aporten información acerca de su funcionamiento, es imposible competir. No se puede delegar con calidad, no se asumen los errores que nacen de la aplicación del sistema de trabajo y se evaden las responsabilidades porque se diluyen al no existir suficiente objetividad. Y una cuestión más para tener en cuenta: la coordinación parte del rendimiento individual y no del grupal. Si no hay rendimiento individual, difícilmente, se puede coordinar un equipo.

Otra habilidad que queríamos tratar y que es muy recurrente en el entorno empresarial, es la gestión del tiempo. En el deporte profesional, lo urgente y lo importante no es relevante. Lo relevante es que la tarea que decidamos realizar o priorizar, no comprometa el rendimiento del equipo. Por eso, se utilizan entrenamientos de calidad que implican menos tiempo de trabajo, pero de más precisión; las reuniones con los equipos no se condicionan a su duración, sino a la calidad del mensaje que se quiere transmitir a los profesionales; y, las interrupciones durante el trabajo, solo se asumen cuando mejoran el rendimiento de aquello que estamos realizando en ese momento.

La toma de decisiones es otra de esas habilidades que está muy presente en el entorno empresarial y que decidimos que formara parte del libro. Los profesionales del deporte, antes de decidir, se cuidan mucho de conocer exactamente qué recursos tienen sus equipos para afrontar la situación de competición. Y, cuando deciden utilizando ese conocimiento, realizan un seguimiento del impacto de esas decisiones desde el primer momento, para observar posibles problemas de rendimiento y evitar sobrecargar a los profesionales. Porque cuando las decisiones no funcionan, los profesionales tienen que hacer cosas diferentes de aquellas que tenían previstas, exigiéndoles una polivalencia que es complicada que acabe en éxito.

Y, finalmente, introducimos la habilidad de control del estrés, presente en todo el ámbito deportivo profesional. Implicarse en un reto requiere saber hasta dónde puedo llegar para no frustrar los objetivos propuestos y mantener una actitud positiva en la superación de las dificultades que, sin duda, van a aparecer. La superación de las dificultades son pequeños resultados positivos que van sumando motivación durante el entrenamiento y la competición deportiva. De esta forma, el equipo va considerando como útil el esfuerzo que está realizando para llegar a conseguir los resultados que se han propuesto, evitando que este se debilite y deje de ser la base para conseguirlos.

A lo largo de nuestro libro, todas estas habilidades aparecen detalladas y acompañadas de los comentarios de Javier Imbroda, que enriquecen y facilitan la forma de cómo llevarlas a cabo en el entorno empresarial. Precisamente, este es el objetivo final de nuestra firma al escribir el libro: ofrecer a los lectores la oportunidad de aplicar habilidades que son útiles para el liderazgo, evitando caer en descripciones teóricas sobre cómo liderar equipos.

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Artículo de Javier de Miguel Muñoz, socio fundador de MindComanySport y coautor del libro «Entrenar para dirigir».

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