Autor: Francesc Porta, psicólogo y coach directivo- deportivo, experto en liderazgo y equipos de alto rendimiento.
Si algo ha provocado la pandemia es un cambio de paradigma en las relaciones humanas. La distancia física, los continuos confinamientos y la reducción drástica de espacios físicos y sociales, han obligado a expresar sentimientos, emociones y pensamientos de otra manera. El simple gesto de darse la mano o un par de besos se ha substituido con un “codazo” o un emoticono en forma de corazón.
Estos cambios no han sido una excepción en nuestras organizaciones. La gestión de personas y equipos, con el distanciamiento físico entre compañeros y equipos, se ha visto bombardeada por la implantación repentina del teletrabajo y con procesos mucho más digitales. Y lo más impactante, aunque no siempre conscientes de ello, con un elevado riesgo para la salud física y mental de la plantilla. Nuestras organizaciones son el fiel reflejo de nuestra sociedad, y así como el bienestar emocional de las personas está en riesgo, el de nuestros profesionales también, sin excepción. Independientemente del ámbito o sector, aunque algunos se estén viendo más afectados que otros.
Ante esta situación, el liderazgo es clave. Todos hemos sufrido la falta de liderazgo en nuestros políticos. Sin duda, la mayor preocupación de las empresas debería estar centrada en cómo reinventar su “management” ante un escenario tan cambiante y con una gran parte de la plantilla agotada emocionalmente. Se habla mucho de innovación y de adaptar los negocios a la nueva realidad, pero para ello se necesita relajar la mente, e implicar y comprometer a las personas y equipos. Pero, ¿cómo vamos a conseguir que entiendan, acepten y aporten valor, si la mayor parte de su energía está depositada en su propia supervivencia? Si algo he visto estos últimos meses en diferentes compañías ha sido incertidumbre, estrés y miedo. Y el miedo nos paraliza. Me he encontrado responsables que no han hablado en meses con sus equipos. O que sólo han hablado para dar las instrucciones oportunas para superar el mes en curso. Ante este escenario ya no sirve la teoría o lo que me funcionó en el pasado. No existen las fórmulas mágicas del liderazgo que nos han enseñado las grandes escuelas de negocios. Es un momento para reinventar nuestro propio liderazgo y emulando al deporte, que vive en la constante incertidumbre del resultado, sabemos que la manera de conseguirlo es dedicando tiempo, pasando a la acción y a través de la mejora continua.
Dedicar tiempo a liderar
La mayoría de managers se han formado en gestión de personas y equipos. Muchos tienen titulaciones y son expertos en su materia. Algunos tiene másters y han leído mucho sobre liderazgo. Pero pocos hacen lo más importante: dedicar tiempo a liderar a sus personas y equipos. Todos tenemos claro que para ser un buen pianista hay que dedicar tiempo a ello. Si queremos ser un gran deportista sabemos de las horas y la exigencia que requiere. ¿Quieres mejorar como responsable o directivo? Actualmente, sólo te queda priorizar diariamente en la agenda el tiempo necesario para ello.
“El arte de la comunicación es el lenguaje del liderazgo”, James Humes.
Cuando me refiero a dedicar tiempo no es realizar reuniones maratonianas, delegar, pedir el estado de las tareas o dar instrucciones. Que es lo me suelen contestar los directivos cuando les pregunto a qué dedican su tiempo a la hora de liderar. Me refiero a todo aquello que se orienta a desarrollar a los demás: mantener la comunicación y el contacto constante con el equipo, gestionando sus emociones, sabiendo cuáles son sus virtudes y como están. Es empoderar y responsabilizar. Es seguir un proceso ágil para alinear a los equipos a su participación, colaboración y toma de decisión en pro a un objetivo en común. Es hacer que todos y cada uno de los miembros del equipo se sientan importantes con su aportación y su rol en el equipo.
Pasar a la acción
“A menudo cualquier decisión, incluso la decisión incorrecta, es mejor que ninguna decisión”, Ben Horowitz.
Uno de los objetivos de dedicar tiempo es estar en movimiento, activo. Y, actualmente, la decisión más difícil es actuar. Acostumbrados a tenerlo todo controlado y planificado, estamos aprendiendo a vivir en lo imprevisto e incierto. Y como en cualquier proceso de aprendizaje, la inseguridad y el miedo nos hace ser dubitativos y recelosos. Enfrentarse a lo desconocido no es fácil. Y si observamos y aprendemos de quienes han tenido que vivir en la incertidumbre, su denominador común es la acción, el movimiento. El hacer cosas. No me imagino ningún entrenador de baloncesto parado en la banda sin hacer nada a falta de segundos para ganar un partido. El objetivo no deber ser evitar el miedo, es seguir haciendo lo que debo a pesar de sentirlo. Siempre nos han dicho que el ejemplo es el mejor de los liderazgos, pero en escenarios tan cambiantes y complejos, el liderazgo es aprendizaje, y aprendemos haciendo. Pasar a buscar maneras de comunicarnos en la distancia y nuevas formas de trabajar. Afrontar la digitalización para desaprender y aprender nuevas competencias profesionales. En definitiva, tener la humildad suficiente para reconocer que no tenemos respuestas para todo y que, igual que evaluamos a nuestros equipos, debemos autoevaluarnos a nosotros mismos para poder cumplir con la esencia del liderazgo: estar al servicio de los demás.
Mejorar continuamente
“No aprendes a caminar siguiendo las reglas. Aprendes haciendo y cayéndote”, Richard Branson.
La consecuencia de hacer cosas en entornos como el actual es el error. ¿Cuántas veces nos habremos equivocado en el último año? La gestión de nuestros errores y la transformación de éstos en aprendizaje será la clave para optimizar el rendimiento de nuestro equipo y el nuestro propio. Los equipos de alto rendimiento se basan en procesos de mejora continua como colectivo, creando entornos de confianza que conllevan a una buena relación y comunicación entre sus miembros. Provocar desde el liderazgo procesos colectivos optimizados, donde la acción, el chequeo, el aprendizaje y la mejora formen parte del ADN de los equipos, hará que se aproveche el talento de cada una de las personas del equipo garantizando su crecimiento, motivación y desarrollo. Las organizaciones necesitan ahorrar tiempo y costes a través de estos procesos para aportar valor a la sociedad, en su reinvención y adaptación a la nueva realidad.
Necesitamos la valentía suficiente de nuestros líderes para que se reinventen y faciliten este cambio en las personas. Empieza a ser una obligación el ayudar a nuestros profesionales a que se dediquen tiempo, actúen y mejoren constantemente en función de las necesidades propias y del entorno. Será la mejor gestión emocional que les podremos ofrecer.
¿Quieres implantar un programa de liderazgo exclusivo para tus directivos y directivas?
Francesc Porta es psicólogo y coach directivo- deportivo, experto en liderazgo y equipos de alto rendimiento. Ayuda y desarrolla programas específicos de desarrollo en función de las necesidades de las organizaciones y los equipos.
Si quieres saber como trabaja, no dudes en ponerte en contacto con él.