La economía circular pone de manifiesto la insostenibilidad de un sistema lineal basado en extraer materias primas, producir, consumir y desechar. Los efectos de esta cultura de la producción y consumo irresponsable son cada vez más evidentes.
El modelo de desarrollo actual está basado en un modelo de crecimiento económico, que proviene de la Revolución Industrial, centrado en un consumo de recursos cada vez mayor y en el consumo de energía en lugar de mano de obra.
“La disponibilidad de recursos es, sin embargo, mucho menor a la de la época de la Revolución Industrial. Hasta la década de los 70, nuestro planeta era capaz de proporcionar más de lo que demandaban sus habitantes, pero, desde 1950, nuestro ritmo de crecimiento y consumo ha aumentado con una tasa significativamente mayor que la tasa de renovación de la Tierra o Biocapacidad. (Informe “Vivir por encima de los límites de la naturaleza en Europa”. 2019. WWF y GFN”), aclara Magaly González Vázquez, consultora de sostenibilidad y economía circular.
La consultora pone de manifiesto el aumento de la población y la necesidad de un cambio de modelo económico para dar respuesta a esta situación “la población mundial se ha multiplicado por tres en los últimos setenta años. En 1950, éramos unos 2.500 millones de personas y, en 2020, estamos en los 7.800 millones de personas. Y, según las previsiones de la ONU, se estima que la población global se incremente hasta alcanzar los 9.700 millones de personas en 2050. (United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division World Population Prospects 2019, Volume II: Demographic Profiles).
Así que como vemos, el aspecto ambiental ha sufrido grandes cambios desde la Revolución Industrial, al igual que el aspecto social. Sin embargo, el aspecto económico se ha mantenido en el mismo modelo del siglo XVIII.
Y la solución no es consumir más para producir más, sino cambiar el modelo de producción y consumo”, concluye Magaly.
Las tres erres para definir la economía circular
Frente a los recursos finitos de los que disponemos y la degradación del medio ambiente en las últimas décadas, es necesario modificar el sistema en el que basamos la economía actual, adaptando la producción y el consumo a la realidad vigente.
La economía circular nace como un movimiento global, que pone el foco en toda la cadena de valor de los productos, desde su diseño hasta su desecho.
En base a este planteamiento, se proponen medidas enmarcadas en una economía sostenible, que disminuyan el impacto medioambiental de los procesos productivos, aumenten la vida útil del producto y eliminen los residuos ofreciendo un segundo uso a los materiales.
El mismo término economía circular ilustra el proceso de circularización de los elementos, al igual que ocurre en la naturaleza, en la que todo se transforma y vuelve al entorno.
La economía circular se fundamenta en la estrategia de la triple erre: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Estas tres acciones se ordenan jerárquicamente en función del impacto medioambiental que las mismas generan, siendo siempre más beneficioso Reducir el consumo y la producción; Reutilizar los elementos ya creados y Reciclar aquellos que no puedan gestionarse de una manera más eficiente.
En definitiva, consiste en aportar más valor a las cosas para poder minimizar el impacto en el medio ambiente. Dar un giro a la dirección de las últimas décadas, dejar de consumir más y tratar de consumir mejor.
Este planteamiento no solo conlleva beneficios para el medioambiente, sino que genera otros mayores para los consumidores y las empresas.
Crecimiento y economía circular
Fomentar la circulación de los productos, alargando su uso y utilidad, puede interpretarse como una ralentización de la economía, frenando la producción, la venta y el deseo de compra. No obstante, esa disminución de las ventas se ve ampliamente compensada. La economía circular abre un campo de posibilidades y nuevas oportunidades para los negocios.
Según datos del INE, la economía ambiental supuso en el año 2019 un 2,11% del PIB y el empleo generado por las actividades ambientales alcanzó el 1,78% del total, aunque es cierto que en ese mismo año (2019) se produjo una bajada del VAB (valor asociado a la producción de bienes y servicios ambientales) de un 2,5%.
La creación de nuevos empleos en áreas como la revalorización de activos; reutilización y reparado; servitización; ecodiseño y producción sostenible conlleva el aumento de la demanda de perfiles técnicos.
“La industria de la gestión de residuos, motivada por presiones legislativas y normativas europeas relacionadas con el cambio climático, la defensa de la biodiversidad y la promoción de la economía verde ha sido una de las que más ha crecido y más puestos de trabajo ha generado. La digitalización y robotización del sector también ha contribuido a que perfiles altamente tecnificados,entren en esta industria”, afirma Luis Morales del Olmo, consultor de economía circular, quien explica cómo “los productos reciclados suelen ser más caros que los provenientes de materias primas vírgenes, aunque gracias a la simbiosis industrial y la revalorización de los residuos se generan nuevos modelos de negocio, que permiten abaratar los costes de producción”.
La transformación industrial, promovida por los planes de transición ecológica europeos y nacionales, propicia la creación de nuevas empresas basadas en la economía circular, que dan respuesta a una demanda de producción y consumo responsables.
Para Sinuhé Lozano, ingeniero impulsor de ecosistemas de emprendimiento sostenible, “el potencial impacto de la economía circular requiere de un marco conceptual más amplio, consciente y consistente, que evolucione con el aprendizaje en torno a la generación de prosperidad colectiva.
Elementos de dicho marco son: valores en el centro de todo empeño humano; el poder del emprendimiento para transitar a un nuevo modelo económico y productivo; la agricultura y el prosumo como bases de la economía circular; la singularidad y oportunidad del cambio acelerado que vive la humanidad; la ventaja de emprender dentro de ecosistemas colaborativos; la generación de conocimiento en torno al desarrollo de capacidades y el emprendizaje; conversaciones significativas y marketing responsable al servicio del bien común; el trasfondo global y moral de las soluciones a la crisis actual; la acción en contexto local y refinar los criterios Multi-R, añadiendo propósito a la triple balanza de la sostenibilidad”.
El diseño circular
Por su parte, Eller Everett, sustainable development advisor y cofunder de BøthOfUs Limited, considera “el diseño de los productos uno de los factores clave para avanzar hacia la economía circular. Cuando se diseñan los productos, hay que tener en cuenta los materiales utilizados y el proceso y la energía para obtenerlos. Además, el diseño de los productos debe permitir su fácil renovación y refabricación, así como su reciclaje al final de su vida útil (evitando fusionar materiales diferentes y piezas pequeñas)”.
Eller plantea las siguientes preguntas a la hora de diseñar un producto circular: ¿Se pueden sustituir fácilmente las piezas individuales para permitir su reparación y refabricación? ¿Son los materiales sostenibles y de origen ético? ¿La energía utilizada para crear el producto es renovable? ¿Es un producto innovador y ofrece una solución a un problema en lugar de alimentar el consumismo? ¿Está el producto optimizado para reducir el uso de materiales innecesarios? El diseño circular consiste en considerar el sistema en su totalidad, desde la extracción de los materiales hasta su eliminación al final de su vida útil.
Coincide con Eduardo Seisdedos, consultor experto en sostenibilidad, quien considera que la clave del éxito está en la fase de diseño de los productos “Cuanto antes (re)pensemos el diseño de productos y servicios desde la visión de la economía circular, mejor para el negocio y mejor para el planeta”. Y añade “la economía circular ofrece oportunidades de implementación y desarrollo para cualquier empresa, independientemente de lo avanzada que esté en su desempeño ecológico o de su posición en la cadena de valor. Quien quiera poner en práctica alguna medida de circularidad, puede. Evidentemente, no todas las acciones tendrán el mismo impacto ni en el modelo de negocio ni en la disminución de insumos no renovables (objetivo final de la economía circular).
Soluciones de alquiler en vez de venta, plataformas para aprovechar la capacidad de uso sobrante de un producto son opciones de gran impacto en la utilización de recursos y de disrupción en el modelo de negocio. Alargar los ciclos de vida, incluyendo servicios de reparación, actualización, reventa o basados en la recuperación de materiales, que han llegado al final de su vida útil y pueden transformarse en nuevos productos, son opciones también factibles en muchas actividades. O, simplemente, analizar si los residuos o subproductos derivados de la actividad empresarial pueden ser insumos de otro proceso productivo propio o ajeno”.
Finanzas Verdes
“Uno de los grades retos de la economía circular es la financiación del cambio de modelo. Si bien muchas iniciativas y emprendimientos nacen con conceptos y prácticas circulares, la industria tradicional mantiene en gran medida, los procesos lineales”, sentencia David Alejandro Muñoz Murillo, emprendedor de modelos de economía circular.
David explica como “muchos de estos procesos fueron desarrollados para alcanzar la maximización de beneficios mediante una producción a escala que se enfocara exclusivamente en la optimización de costos en los procesos de fabricación. Realizar la transición a un modelo circular generará necesariamente una inversión en capital, desarrollo e innovación, que aumentará los costos de fabricación para el empresario sin tener claro el retorno de esta inversión. Por este motivo, es necesario crear una plataforma que promueva el financiamiento de esta transición mediante estrategias públicas y privadas”.
Y añade que “la implementación de políticas públicas por parte de los gobiernos que generen beneficios a quienes realicen la transición circular; la creación de fondos de inversión privada, que tengan como política de inversión fomentar la transformación del modelo lineal al circular; y la fidelización y apoyo de los consumidores a las empresas pioneras pueden ser estrategias para la viabilidad de la transformación anhelada”.
Nuevos paradigmas en el consumo
Ecodiseño, cierre de ciclos, gestión de residuos, compra pública verde, certificaciones ambientales, reparabilidad o reciclaje son cuestiones clave en el cambio de paradigma socioeconómico y el cambio hacia una transición ecológica.
“El papel de los estados y de las empresas es fundamental para la transición ecológica, pero sin un cambio en el paradigma del consumo y la concienciación por parte de quienes consumimos, este cambio no podrá producirse”, señala Rodrigo Jiménez Barrios, experto en gestión y financiación de proyectos de economía circular.
Rodrigo relata los grandes avances acontecidos en los últimos meses “Un ejemplo es el mercado electrónico en el que, gracias al desarrollo legislativo, se pretende poner fin a la obsolescencia programada y los diseños de baja calidad.
Otro cambio importante es la progresiva sustitución del modelo de compra por el modelo de alquiler. Lo observamos en las ciudades con la entrada de la movilidad eléctrica, donde las empresas de alquiler se han hecho un hueco importante en el transporte. También con el crecimiento de los sistemas de renting, no solo de vehículos, sino en toda clase de equipos de consumo cotidiano”.
Para el experto, “los beneficios de este modelo están a la vista. Si una parte del sector productivo da un servicio de alquiler por sus productos, una de las variables principales de su rentabilidad económica se basará en la existencia de productos con una alta durabilidad, de fácil reparación y cuyas mejoras se implementen de manera modular. Por parte de quienes consumimos, el beneficio estará principalmente en la reducción de gastos, ¿cuántas cosas tenemos en cada casa que solo usamos dos o tres veces al año?”
Ejemplos de economía circular
Los mercados secundarios son ejemplos de economía circular más normalizados entre la sociedad; uno de ellos es el mercado de segunda mano en los que los productos, que han dejado de tener valor para su usuario, pero que aún tienen utilidad, vuelven a comercializarse normalmente a precios más económicos.
“El mercado de segunda mano se revalorizará a medida que los productos fabricados sean más fiables, de mejor calidad y con una vida útil mucho mayor”, indica Rodrigo Jiménez Barrios quien destaca “que este mercado, que en el 2016 redujo el impacto ambiental de emisiones de CO2 en 700.000 toneladas (según Vibbo y el Instituto de Investigación Medioambiental de Suecia), tiene un gran potencial de crecimiento, siendo una de las claves para la sostenibilidad ambiental de nuestra sociedad”.
La digitalización, un gran catalizador de la economía circular, ha permitido crear mercados secundarios online en formato App como Wallapop o el ya mencionado Vibbo.
El sector de la moda no se ha quedado atrás y se suma así a la economía circular. Muchos diseñadores y marcas incorporan nuevos materiales y ofrecen servicios de recogida en tienda de ropa usada para su reutilización y revalorización. Marcas como Anekdot, Patagonia o diseñadoras de la talla de Stella McCartney se han sumado ya a esta tendencia.
Según un estudio de ropa usada publicado estudio de Asirtex, Asociación Ibérica de Reciclaje Textil, entre un 50% a un 60% de la ropa recuperada se reutiliza; entre un 30% a un 40% se valoriza, y entre un 15% y un 20% acaba en un vertedero.
“Las aplicaciones de la economía circular son inmensas. Desde el ecodiseño de los edificios, permitiendo su deconstrucción y aprovechamiento de los materiales en lugar del tradicional proceso de demolición, a empresas como Kenoteq, con su producto estrella K-Briq, un ladrillo fabricado con más del 90% de residuos de construcción, que no necesita ser quemado en un horno y produce menos de una décima parte de las emisiones de carbono que los ladrillos convencionales”, indica Luis Morales del Olmo.
La economía circular permite nuevas prácticas de producción y consumo alineando los objetivos de empresas con los intereses y necesidades de consumidores y la protección del medioambiente. Todo el conjunto del proceso y el recorrido (cadena de valor) del producto es importante. Se buscan procesos productivos más sostenibles, materiales reutilizables o biodegradables, y un uso más consciente y duradero de la materia prima.
En definitiva, disminuir nuestro impacto medioambiental a través de tres sencillas R: Reducir, Reutilizar y Reciclar.
FUENTES: Europal | Econoticias