El ser humano siempre ha tenido que hacer frente a numerosas situaciones adversas a lo largo de su existencia.
“La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad, superarla y salir fortalecido”, según la definición del concepto contemplado por el Instituto Español de Resiliencia, entidad que preside la doctora neuropsiquiatra Rafaela Santos.
“Al hablar de resiliencia, no nos debemos referir a una habilidad o una destreza, pues sería muy superficial. Se trata de una capacidad desarrollada en nuestro cerebro: una competencia, disposición o aptitud”, indica la doctora.
Un término en tendencia
Debido a las de crisis que hemos tenido que sortear en los últimos años, la palabra resiliencia ha ganado una enorme popularidad, extendiéndose su uso tanto en el entorno laboral como personal. Pero, ¿está claro su significado?
Resiliencia viene del latín resilios, que significa volver a dar un salto y rebotar. En las ciencias naturales se refiere a la propiedad que tienen algunos materiales para recuperar su forma inicial tras ser deformados. Partiendo de esta raíz, la resiliencia viene a ser la capacidad de los individuos de adaptarse a circunstancias adversas, sin que les afecte en exceso y hacer de ello una enseñanza constructiva saliendo fortalecidos.
Para la doctora Rafaela Santos “la resiliencia no es solo emocional, sino neuronal, ya que el modo de afrontar las dificultades de la vida modula nuestro cerebro. Un mismo acontecimiento le afecta de manera diferente a cada persona, dependiendo de la percepción que tenga lo puede ver como una amenaza o como un reto, y desencadenará una respuesta neuronal distinta. En el caso de amenaza, generará estrés; en el caso de reto, desarrollará resiliencia. La conducta depende no tanto del problema en sí mismo, sino de la forma en que es percibido y evaluado por cada persona.
Así, podemos considerar la Resiliencia como un sistema inmunitario anímico que nos hace vivir de forma saludable frente a la adversidad”.
Xavier Pirla, especialista en resiliencia y alto rendimiento, y director del Master NLP for Proffesionals en la Universidad de Lleida, plantea el concepto desde un ámbito global “para ser resilientes es importante entender la sofisticada conexión entre nuestra parte mental, emocional y fisiológica. La capacidad de ser empáticos, estratégicos, y hasta de poder aprender y adaptarnos, depende del funcionamiento óptimo de nuestro cerebro, pero también del cuerpo en su totalidad.
En las investigaciones llevadas a cabo en las tres últimas décadas, se ha constatado la relación tan compleja que existe entre nuestro sistema nervioso y hormonal, y la capacidad de hacer frente a la adversidad.
Para poder tener una actitud resiliente, primero requerimos de un cuerpo resiliente.
Y destaca la importancia de entrenar al organismo para adaptarse al estrés, para lo que “se requiere saber cuándo y cómo descansar físicamente, pero también cómo gestionar nuestra mente y saberla utilizar a favor de la recuperación”.
Para Xavier, es imprescindible entender “el efecto de ciertos estados mentales sobre la mente y el organismo en general. Mientras unos fomentan la recuperación, otros agotan nuestra energía” estableciendo distinciones entre “el agradecimiento, la confianza o la felicidad, que contribuyen positivamente” en contraposición con “la ira, la preocupación o la tristeza, que desgastan al organismo e impiden un funcionamiento óptimo de la mente”.
Afrontar el futuro con resiliencia
Un enfoque proactivo de la resiliencia requiere mejorar las capacidades de adaptación, improvisación y anticipación. Para ello “es fundamental una mente en crecimiento y desarrollar un potente rasgo de la personalidad que en la literatura anglosajona se denomina grit, pasión y perseverancia en el logro de objetivos coherentes con nuestros intereses en el medio y largo plazo”, explica Juan Manuel Menéndez Blanco, profesor de Economía Aplicada e Investigador en Resiliencia en la Universidad Rey Juan Carlos.
El profesor aconseja “encontrar nuestra pasión -por la innovación, por el aprendizaje, por el emprendimiento, por la atención al cliente, por un proyecto social – y aplicarla con perseverancia” y describe detalladamente el concepto grit como “estamina para la resiliencia”.
Juan Manuel considera que “tener una mente en crecimiento nos ayuda a desarrollar el pensamiento crítico y éste nos facilita una inteligencia ejecutiva, que no es la estrictamente académica, sino la que transforma ideas en productos o servicios a través de la creatividad y la innovación.
Crecer supone salir de tu zona de confort con un beneficio demostrado: lo que te hace crecer, te hace feliz. Y lo que te hace feliz, te hace resiliente. Ambos estados son contagiosos y son posibles, si se cree que son posibles. Afortunadamente, podemos elegir”.
Lo que caracteriza a las personas resilientes
Desde la Neurociencia, la Dra. Santos considera que “las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos”.
Todos respondemos de forma diferente cuando las cosas se tuercen, pero aquellas personas que parecen llevarlo mejor tienen en común algunas características:
- Aceptan la realidad de manera más rápida
- Se hacen responsables de sus decisiones y acciones
- Conocen sus capacidades y sus limitaciones
- No se victimizan cuando llegan malos tiempos
- Mantienen una actitud positiva, aún en momentos difíciles
- Hacen una revisión de sus posibilidades
- Procuran buscar las soluciones que tienen a su alcance
- Toman nota mental de cómo han salido adelante
Por su parte, José Luis Yáñez, CEO y consultor de +LeadMap, psicólogo colegiado y máster en comportamiento organizacional por el Birkbeck College (University of London), aborda el concepto “Hardiness” aportado por el doctor y profesor emérito de Psicología en Harvard Salvatore R. Maddi y por Deborah M. Khoshaba, doctora en Psicología Clínica por la Universidad de Illinois y directora de Programa de Desarrollo y Entrenamiento en el Hardiness Institute.
«Hardiness es un patrón de actitudes y habilidades que proporciona el valor y las estrategias para convertir las circunstancias estresantes de posibles desastres en oportunidades de crecimiento» (Maddi, 2007, pág. 61).
«En su obra «Resilience At Work: How to Succeed No Matter What Life Throws At You» * acuñaron el término «Hardiness» para definir 3 elementos actitudinales y competenciales clave en la dimensión Resiliencia:
- Commitment (Compromiso): Las personas que tienen una actitud de compromiso se involucran en lugar de retirarse de lo que está sucediendo, a pesar de lo estresante que pueda ser, viendo esto como la mejor manera de aprender de sus experiencias (Maddi, Khoshaba, Harvey, Fazel, & Resurreccion, 2011). Se mantienen involucradas en los eventos y con la gente que las rodea, incluso cuando las cosas se ponen difíciles (Maddi y Khoshaba, 2005).
- Control: Las personas fuertes en la actitud de control creen que su responsabilidad personal y las decisiones que tomen pueden influir significativamente en los resultados de una situación, por muy difícil que esta sea (Maddi, Khoshaba, Harvey, Fazel, & Resurrección, 2011). En lugar de permitirse hundirse en la pasividad e impotencia ante el estrés, hacen lo posible por encontrar soluciones a los problemas. Cuando consideran dónde aplicar sus esfuerzos, reconocen las características de la situación que están abiertas al cambio y aceptan las que están fuera de su control (Maddi y Khoshaba, 2005).
- Challenge (Desafío): Las personas que son fuertes en la actitud de desafío creen que el estrés forma parte de la vida y que la realización personal no se encuentra en la comodidad fácil, la seguridad y la rutina, sino más bien en el crecimiento continuo de la sabiduría a través de lo que se aprende de las experiencias negativas y positivas de una vida activa y cambiante (Maddi, Khoshaba, Harvey, Fazel, & Resurreccion, 2011, p. 370).
Estas personas se enfrentan a los cambios estresantes, tratan de entenderlos, aprender de ellos y resolverlos. Aceptan los desafíos de la vida, no los niegan ni los evitan. (Maddi y Khoshaba, 2005)”.
Claves para ser más resiliente
La resiliencia no es un don que se tiene o no se tiene, sino una capacidad que debe trabajarse a diario.
Reyes Rite, directora ejecutiva de Integrando Excelencia y presidenta del Instituto Internacional para la Resiliencia y Desarrollo emocional IRYDE, explica cómo desde la neurociencia sabemos que “somos arquitectos de nuestro cerebro. Todo lo que pensamos, hacemos o los hábitos que adquirimos, dejan huella en él y van conformando nuestro propio ser. La plasticidad neuronal nos permite aprender y desaprender de continuo, por lo que todo lo que sucede nos puede enriquecer si sabemos cómo afrontarlo”.
Además, “la persona humana necesita la coexistencia con los demás para desarrollarse. En la adversidad, el apoyo de familia, amigos, colegas u otro tipo de redes, demuestra cuán importante es esa coexistencia.
El cerebro social, con sus redes específicas, consiguen esa wifi neuronal que alinea cerebros, facilita la empatía y transmite la cultura. Es ahí donde se apoya y se puede cultivar la Resiliencia Organizacional, que provoca un engagement capaz de sacar adelante empresas, organizaciones y familias en los momentos más duros. Estas Resiliencias, personal y organizacional, no se improvisan; se entrenan. Para ello, la persona ha de trabajar la prevención y estar preparada para el cambio».
Reyes explica en su libro Aquí mando yo. Un espectacular viaje desde la Resiliencia a la ilusión, una herramienta que ha denominado “C.A.F.E. doble como forma simpática de referirse a preparar un buen día” y que puede ayudar a esa prevención. Ingredientes de este Café:
- Confiar en uno mismo y en los demás: podemos más de lo que creemos si tenemos un porqué
- Creatividad: fomentarla desde niños a diario. Es una de las cualidades que nos harán preguntarnos qué voy a hacer para resolver esto
- Aceptación: es lo más difícil y lo más básico. No significa no sufrir el duelo y la pérdida. Supone hacerme responsable de mi vida, aceptar la situación lo antes posible para poder afrontarla
- Adaptación: ¡Aquí mando yo! Partiendo de la realidad de hoy, me adapto y busco cómo superar la situación. Sin victimismos. La creatividad solo se activa cuando la aceptación y la adaptación funcionan
- Flexibilidad: las cosas pocas veces son como deberían ser, las cosas son como son, por lo que la flexibilidad para ser capaz de entender el contexto actual y aplicar los criterios con posterioridad nos facilitará resurgir
- Fortaleza: para persistir con lo decidido, sin confundir lo que quiero con lo que me apetece. Normalmente, lo que quiero conlleva tareas que me cuesta realizar
- Esperanza y Espiritualidad: somos eslabones de una cadena con una misión y un propósito en esta vida. Importantes e irrepetibles, lo que somos y lo que hemos venido a hacer impacta y nos trasciende.
Por su parte, Elisa Rodríguez, coach profesional certificada por ICF, Personal y de Salud, recomienda unas sencillas prácticas para aplicar, cuyos pasos son fácilmente recordables por su coincidencia con las primeras letras del abecedario.
- A: ACEPTAR el acontecimiento. “Lo que resiste persiste”, por ello, centrar la atención en qué necesitamos nos ayudará a iniciar el proceso de cambio
- B: BUSCAR especialmente, el apoyo social es muy importante. Todos tenemos personas aliadas que siempre están ahí
- C: CONTINUAR el día día, manteniendo unos objetivos y rutinas diarias
- D: DESAROLLAR mirada en positivo, poniendo la atención en lo que funciona
- E: EVALUAR y revaluar cuáles son las mejores opciones o recursos que tomar en cada momento para fijar nuevas metas y relaciones que permitan continuar con los objetivos vitales (ya sean personales o profesionales)
“Y todo ello, recordando que la resiliencia es una experiencia personal y un proceso continuo en el tiempo y variable, según la persona y el entorno. Requiere de tiempo y esfuerzo. También permite dejar salir emociones y nuevas vivencias. En definitiva, es un ajuste saludable a la adversidad que nos permitirá crecer”, concluye Elisa.
Por último, Dionne Beltrao, consultora de Mindfulness y socia directora de NUI People, propone esta técnica como vehículo para lograr desarrollar esta competencia.
“Todos tenemos una gran capacidad para ser resilientes. Podemos descubrir fortalezas y recursos que desconocíamos de nosotros mismos, podemos darnos cuenta de lo importante que son las relaciones con los demás e, incluso, podemos transformar las dificultades para ser más sensibles, compasivos y altruistas”.
En definitiva, podemos adaptarnos y crecer, incluso, en las situaciones más adversas y, esta habilidad se puede desarrollar y entrenar.
El Mindfulness nos puede ayudar a través de la práctica de algunas de sus actitudes clave:
- Cultivar la aceptación del cambio: Ver el cambio como parte de la vida y vivirlo con naturalidad, sin tanta resistencia y lucha, sobre todo cuando no podemos cambiarlo ni influir en él
- Amabilidad hacia uno/a mismo/a. El sufrimiento forma parte de la vida. Nadie viene con la garantía de tener vidas siempre alegres. Por ello, en momentos de dificultad es fundamental ser capaces de soltar la autocrítica feroz y ser más amables y compasivos con nosotros mismos.
- Encontrar la calma. El Mindfulness también nos ayuda a buscar un ancla interna de calma. En mitad de la tormenta y las olas, también puedes encontrar serenidad
Para Rafael Saiz-Gamarra, experto en Resiliencia y estrés, “la resiliencia se construye cada día con la práctica de técnicas muy concretas, mantenidas en el tiempo. Un bombero es más resilente al fuego, a las emergencias, que una persona normal por el simple hecho de entrenarse de forma periódica. Las personas que tienen profesiones de alto riesgo son muy resilentes, pues de no serlo no continuarían en la profesión.
Rafael, certificado en España Heartmath®, empresa experta en Resiliencia, estrés y ansiedad, ha entrenado a más de 12.000 profesionales en España. Para él la resiliencia se puede medir. Esto marca la diferencia entre una bonita teoría, con una buena práctica aplicada con mediciones y seguimiento”.
Rafael considera que se le atribuye a la resiliencia características mágicas. “Algunos piensan que la lectura de un libro o unas sesiones ya te hacen más resiliente. Es un craso error de buenismo aplicar a la resiliencia características que no tienen por qué estar asociadas ala misma”.
Para Rafael, una persona está aumentando su nivel de resiliencia cuando comienza a decirte, experimentar y sentir “Lo que antes me molestaba a nivel 9, ahora tiene un impacto sobre mí de nivel 3 y lo puedo manejar”. “Otro punto a tener en cuenta es que nuestro corazón físico es el gran regulador del cuerpo y del cerebro. Este corazón puede, si sabe cómo, enviar señales al cerebro para que este se relaje y tranquilice”. Es el fundamento de la investigación y técnicas desarrolladas por Heartmath® y que recoge en su libro “El corazón de la Inteligencia” donde explica cómo desarrollar la resiliencia natural y acrecentarla.
Resiliencia organizacional
Francisco Martínez-Losa, CEO de Audit & Control Estrés, explica este concepto que debemos tener en cuenta en empresas para hacer frente a futuras adversidades y dar una respuesta colectiva.
“La resiliencia organizacional no es un modelo de gestión, sino una actitud colectiva (forma parte de la cultura, los valores y la estrategia) que permite valorar y enfrentarse de forma positiva a las novedades, ambigüedades y dificultades, percibiéndolas como retos, y se manifiesta en todos los niveles, decisiones y comportamientos de la organización.
Las organizaciones resilientes son capaces de afrontar con mejores garantías las dificultades, aprendiendo de ellas (adquiriendo más resistencia, flexibilidad, agilidad y capacidad de adaptación), y se anticipan a posibles escenarios futuros: novedosos y disruptivos.
Para ello, incorporan las mejores prácticas y sistemas de gestión e información, son innovadores, utilizan las posibilidades de las nuevas tecnologías, potencian el trabajo colaborativo para compartir conocimientos y generar sinergias, y desarrollan un liderazgo consciente que reconoce y estimula el talento de equipos de personas comprometidos.
Las organizaciones necesitan desarrollar la capacidad de resiliencia para garantizar su supervivencia y éxito en un mundo complejo, exigente y ambiguo. Los líderes deben hacer coexistir, tanto las acciones preventivas y aquellas necesarias para reforzar la seguridad frente a las dificultades, como las acciones de progreso y de innovación que les permitan convertir estas dificultades en oportunidades o crear nuevas condiciones favorables en el mercado”.
* (Resiliencia en el Trabajo: Cómo Superar Cualquier Desafío en la Vida) – American Management Association, 2005)